Nunca fui una persona de techno. Los beats fuertes, las luces cegantes, la forma en que las personas se pierden en la pista como si la música fuera una especie de religión… nunca lo entendí del todo. No era mi estilo, ni mi ambiente, ni mi playlist. Yo era más de copas de vino, conversaciones largas y un poco de Taylor en el fondo.
Y luego, lo vi a él.
Fue en una pasarela — sí, literal, una pasarela — y su presencia me desarmó.
Y por pura casualidad, encontré su Instagram. Solo puedo decir que no era lo que esperaba encontrar.
Era un DJ de techno. Y de repente, me encontré considerando una vida que nunca había imaginado. No una llena de cenas románticas a la luz de las velas o largos paseos por el parque, sino con sets a las 4 AM, clubes desconocidos, y los beats por minuto dictando el ritmo de mis noches. Por él, lo habría intentado.
Habría escuchado, aprendido, dejado que el ese sonido me invadiera y fingido que pertenecía a un mundo en el que nunca había estado — todo por un crush.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a cambiar por alguien que nos gusta? No hablo de cambios drásticos, como mudarte a otro país o teñirte el pelo de un color que odias, sino de esos pequeños deslizamientos de identidad que hacemos sin darnos cuenta.
Cambiar una playlist, googlear qué es el acid house. Modificar tu armario para que parezca effortless en medio de humo artificial y luces intermitentes y fingir que la idea de estar en un club sudando en la madrugada es emocionante y no una prueba de resistencia física.
Lo curioso es que nunca pasó nada con él. Y estoy seguro de que nunca pasará. Ni una historia épica de amor, ni un romance fugaz, ni siquiera un beso con un drop de fondo. Y, sin embargo, aquí estoy, todavía crusheado, preguntándome si realmente habría sido capaz de sumergirme en un mundo que no es el mío
Tal vez de eso se trata enamorarse o crushearse: de las posibilidades. De los mundos que se abren, de los nuevos escenarios que nos atrevemos a imaginar. A veces el amor no nos cambia, pero nos hace preguntarnos si estaríamos dispuestos a cambiar. No solo nos acerca a una persona, nos acerca a posibilidades. A un mundo que tal vez nunca será nuestro, pero por un momento, imaginamos que podría serlo. Y a veces, eso es suficiente para hacernos bailar una canción que nunca pensamos que nos gustaría.
Este artículo es yo, soy este artículo.
admito que tuve un deliz de identidad. En mi caso, amaba mirar motogp. Pero por él aprendí sobre la f1, fan de Max Verstappen y entendiendo absolutamente todo de la categoría.
Buscaba tener más tema de conversación con él.
Llevo tres años mirando la f1 religiosamente y sin saber de él.